Los seres humanos no somos máquinas racionales que toman decisiones perfectas. De hecho, estamos sujetos a una serie de sesgos cognitivos y heurísticas (atajos mentales que nos permiten procesar información rápidamente), que pueden afectar nuestras decisiones financieras. Si bien estos atajos pueden ser útiles en algunos casos, también pueden llevarnos a cometer errores.